De cómo relatan la creación algunos de nuestros hermanos
Cuentan nuestros hermanos Pampas que la tierra estaba anegada por las constantes lluvias. Chachao, estaba aburrido de estar siempre sólo en el cielo y tomando el camino de la Vía Láctea que en esos tiempos llegaba hasta la Pampa argentina y se llamaba “camino del cielo”, bajó al mundo a ver en que podía divertirse.
Viendo tanto barro, comenzó a fabricar diferentes muñecos y soplándole en la nariz les daba aliento de vida. Soplando fuerte corrió las eternas nubes y secó un pedazo de suelo para que los primeros animales puedan correr y jugar.
Siguió caminando y jugueteando con su creación hasta que en un charco, Chachao vio reflejada su imagen. Como estaba de muy buen humor dijo: voy a crear una caricatura mía. Un muñeco que se me parezca, de chiripá y poncho como yo visto, alguien que cuando lo vea me haga acordar de mí, pero que también me haga reír de mi mismo. Y así creó un muñeco a su imagen, parecido a él y gracioso.
Pero un día que Chachao estaba distraído, el ñandú dijo: Voy a subir por la vía láctea y me voy a ir al cielo porque ya estoy cansado de no poder más que correr por el polvo. Y ahí nomás se largó a subir el ñandú.
Cuando Chachao lo vio, le largó las boleadoras para tirarlo al piso de nuevo. El ñandú espantado no lo pensó dos veces y volvió corriendo a las pampas. Pero sus tres uñas quedaron grabadas en el cielo y hoy le llamamos la Cruz del Sur. También quedaron las boleadoras del Indio Viejo en el cielo, hoy las conocemos como alfa y beta del Centauro, junto a la huella del avestruz.
Distraído en espantar al ñandú, Chachao no se dio cuenta que su hermano Gualicho había descendido a la tierra y soplaba a los muñecos para burlarse de él. A partir de ahí, los muñecos empezaron a moverse y a pretender ser dioses. Preocupado y asustado, Chachao subió al cielo y con su cuchillo cortó la Vía Láctea para que nadie pueda subir, y al tonto de Gualicho lo dejó acá abajo en castigo por haber dado vida a dos monigotes de barro.
Desde entonces, Gualicho un poco por bronca y otro poco para deshacer la zoncera que se mandó, busca destruir al hombre con enfermedades, guerras y hambre que él inventó.
Todos los hombres que han sido buenos Pampas, que han vivido contentos en comunidad, podrán ir al cielo una vez perdida su envoltura de barro. Allí se convertirán en estrellas, mas grandes o mas chicas a según hayan sido mas buenos vecinos y valientes en esta vida.
Viendo tanto barro, comenzó a fabricar diferentes muñecos y soplándole en la nariz les daba aliento de vida. Soplando fuerte corrió las eternas nubes y secó un pedazo de suelo para que los primeros animales puedan correr y jugar.
Siguió caminando y jugueteando con su creación hasta que en un charco, Chachao vio reflejada su imagen. Como estaba de muy buen humor dijo: voy a crear una caricatura mía. Un muñeco que se me parezca, de chiripá y poncho como yo visto, alguien que cuando lo vea me haga acordar de mí, pero que también me haga reír de mi mismo. Y así creó un muñeco a su imagen, parecido a él y gracioso.
Pero un día que Chachao estaba distraído, el ñandú dijo: Voy a subir por la vía láctea y me voy a ir al cielo porque ya estoy cansado de no poder más que correr por el polvo. Y ahí nomás se largó a subir el ñandú.
Cuando Chachao lo vio, le largó las boleadoras para tirarlo al piso de nuevo. El ñandú espantado no lo pensó dos veces y volvió corriendo a las pampas. Pero sus tres uñas quedaron grabadas en el cielo y hoy le llamamos la Cruz del Sur. También quedaron las boleadoras del Indio Viejo en el cielo, hoy las conocemos como alfa y beta del Centauro, junto a la huella del avestruz.
Distraído en espantar al ñandú, Chachao no se dio cuenta que su hermano Gualicho había descendido a la tierra y soplaba a los muñecos para burlarse de él. A partir de ahí, los muñecos empezaron a moverse y a pretender ser dioses. Preocupado y asustado, Chachao subió al cielo y con su cuchillo cortó la Vía Láctea para que nadie pueda subir, y al tonto de Gualicho lo dejó acá abajo en castigo por haber dado vida a dos monigotes de barro.
Desde entonces, Gualicho un poco por bronca y otro poco para deshacer la zoncera que se mandó, busca destruir al hombre con enfermedades, guerras y hambre que él inventó.
Todos los hombres que han sido buenos Pampas, que han vivido contentos en comunidad, podrán ir al cielo una vez perdida su envoltura de barro. Allí se convertirán en estrellas, mas grandes o mas chicas a según hayan sido mas buenos vecinos y valientes en esta vida.
Comentarios