del pensamiento hegemónico a la unidad en la diversidad
La mal llamada globalización ha logrado, cual torre de babel, imponer su pensamiento único. Un lenguaje, una forma de pensar, de actuar y de existir fuera de la cual uno es menos que humano. Frente a este instrumento satánico se impone a los teólogos latinoamericanos el desafío de formar una teología pluralista e intercultural que divida las lenguas destruyendo la alta torre de la deshumanización. La teología que ha sido impuesta desde las tres carabelas es constructora de un pensamiento hegemónico. La otra cara de la cruz, sabemos, era una espada con la que se aniquiló al diferente. Primero al indio, esclavizó al negro africano, eliminó al gaucho y persiguió mas tarde al comunista, al anarquista, al homosexual y a todo el que se le ocurra salir del molde impuesto desde Roma. Pero no sólo el catolicismo cayó en este error. La teología protestante también persiguió al diferente. Cazó brujas, mató indios (Lonco Luan), también persiguió comunistas, gays y hoy, tiene como moda invadir país