Derribando muros de enemistad III
El derrumbe religioso El templo de Herodes tenía una triple división en su atrio: para los sacerdotes, más alejados los hombres laicos y más aun las mujeres [i] . Los extranjeros podían mirar el templo desde un atrio externo que estaba rodeado por una pared de un metro y medio de espesor en el cual a intervalos periódicos se podía leer la frase que recordaba gentilmente a todo extranjero que se atreviera a saltar el muro que “tendrá que culparse de su propia muerte”. Es muy probable que Pablo hubiese usado esta pared como símbolo cuando habla de destruir “los muros de enemistad entre los pueblos”. No hay muro que divida a las naciones. No hay judío ni griego. No hay extranjeros en la visión cristiana. Las fronteras se derrumban junto a los muros de enemistad que divide a los pueblos. Decir como literalmente dice la Biblia: No hay judío ni griego, equivale a decir “no hay santo ni profano”. Si Dios existe, todo le pertenece. La