Un mundo hostil y boludo Todo empezó ese día que yo estaba tranquilo disfrutando una siesta de primavera. El clima era precioso el agua estaba tibia y serena y por ahí algo parecido a un terremoto me expulsó para siempre de mi paraíso como a Superman de criptón. Ahí de una, una vieja con unas tijeras grandotas me cortó el suministro de alimentación y, aunque digan que ya no se hace, me agarraron de las patas y me pegaron en la cola. Cuando me puse a llorar sentí que me ardían los pulmones, una luz intensa me cegaba y me estaba cagando de frío. Allí descubrí que este mundo de mierda iba a ser bastante jodido para mí. Claro que no todo fue malo porque al rato de haberme cortado el cordón, empecé a sentir por primera vez hambre y me llevaron con mi vieja. Ahí me pusieron una teta en la boca y fue una sensación tan linda que aún hoy, a los 40 años, sigo chupando la teta (no la misma, por supuesto) Lo que también me dio placer y a los pocos meses lo descubrí, era tocarme el pito. Pero eso n
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Mostrando las entradas de abril 29, 2007
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El sueño de uno es parte de la memoria de todos (Jorge Luís Borges) Todo el día tuve una extraña sensación, un cosquilleo en el pecho, algo parecido a lo que sentí cuando falleció Arturo: “acidez en el corazón”. Me acosté a dormir temprano con esa angustia incomprensible e instantáneamente me quedé dormido. Mil imágenes vinieron a visitarme en mis sueños: algunos retratos de mi infancia, miedos que no recordaba haber tenido alguna vez pero se hacían presentes con un vigor poco común en un sueño. Mi guitarra conversaba en voz baja con un vaso de vino como en una despedida triste vaya a saber de quién. Esa madrugada mientras dormía sonó el teléfono. Una voz llorosa y lejana me daba la triste noticia de la muerte de un amigo: ¡murió el viejo!, lo apretó un toro bravo cuando estaba trabajando en la estancia... la angustia con que me acosté (pensé inmediatamente) estaba profetizando la muerte del Negro. Inmediatamente salí para los pagos de Castilla, a unos 180 kilómetros de mi San Isidro n
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Reflexiones de invierno Un domingo de invierno y lluvia al ocaso, me siento en mi sillón a tomar mate amargo en silencio y soledad y escucho las campanadas lejanas de la iglesia que llaman a sus fieles a misa. Una profunda tristeza me causa satisfacción. No hay nada más triste que las campanadas de la iglesia pero también se que las extrañaría si no estuvieran. Es en ese momento que reflexiono sobre nuestro lenguaje y pienso que no existen palabras para definir algunos sentimientos. Este que yo experimento, por ejemplo, no tiene definición: “tristeza que da satisfacción”. “Nostalgia”, tal vez “melancolía” son las palabras más cercanas, pero igual le pasan a años luz de distancia. Esa tristeza satisfactoria es la que experimento siempre que mateo en soledad. Siempre tomo mate amargo con mi viejo. Cuando tomo vino tinto con Arturo, no lo hago en silencio. Siempre escuchamos juntos el payador perseguido. Creo que están presentes. Creo que la muerte es irrelevante. Es que en última instanc
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"Bienaventurados los obispos perseguidos"... Parece ser que el obispo argentino Bergoglio, criticó al gobierno actual caracterizándolo de perseguidor, y en un acto de extrema humildad, afirmó que la iglesia “siempre es perseguida”… Realmente causa gracia ver a un obispo que el Estado Nacional le da mensualmente más de 7000 pesos (en un país que el sueldo promedia los $ 700.-) acusando al “patrón” (si le paga es el patrón, ¿o me equivoco?) de perseguirlo. Tendrá que quejarse al gremio de los obispos y sacerdotes. Tal vez hagan un paro, o misa “de brazos caídos”… ¿Qué se sentirá ser perseguido en una iglesia que inventó la inquisición? ¿estarán acostumbrados los miembros del santo oficio a que le paguen con la misma moneda? ¿Será el Opus Dei un grupo de creyentes perseguidos? ¿Estudió historia el Señor obispo? ¿conoció el museo de la inquisición en Lima? ¿Conoce los elementos de tortura que el santo oficio utilizaba? Pero no hay que ir tan lejos señor obispo: ¿Se acuerda cuando