mi admiración por Melchor Posse
La verdad que nunca lo voté. Ni a él ni al hijo, pero eso nunca quitó un gran detalle que me hizo admirarlo siempre. Si Posse se enfermaba, se atendía en el hospital municipal. De hecho, sus últimos días los pasó allí. Un gran ejemplo para muchos políticos, si tomamos encuenta el político sureño que se vino a Buenos Aires, al no barato Sanatorio Otamendi para que en la habitación presidencial del sanatorio de la ultraderecha católica, pudiero n recién extraerle un granito de la panza. Supongo que era alta complejidad y no había necesaria tecnología en los hospitales públicos de la provincia del ex presidente. Yo tuve la suerte de tener una salud que me permitió no necesitar el hospital municipal que hoy lleva con orgullo su nombre por haberlo casi terminado en sólo 40 años. Al antiguo hospital si he ido a sacarme alguna muela en la época de la dictadura, ne acuerdo que te hacían un censo y te daban tarjetas bien visibles de tres colores; si entrabas con la tarjeta de un color pagaba