La ética del Nuevo Hombre
Pablo dice que hay que despojarse del antiguo sistema de vida para “vestir las ropas del Nuevo Hombre” (Colosenses 3:10). Así que existe un compromiso muy grande para quien quiera participar en la construcción del Hombre Nuevo: despojarse, “desvestirse” del antiguo hombre que no es otra cosa que un sistema preñado de individualismo, egoísmo y aislamiento, para vestir el atuendo del Hombre Nuevo que son las ropas de la justicia, la igualdad, la confraternidad y el amor.
El hombre viejo es el que vive alienado de su vocación esencial, esclavo de “la Ley, el pecado y la muerte”. Es “hombre viejo”, en la perspectiva paulina, porque la novedad de Cristo hace caducar el orden antiguo. Es el hombre “alienado” porque ha perdido su lugar ontológico y existencial. El pecado de Adán es una “desmesura” por la que el hombre anhela apropiarse lo divino, “ser como Dios”. Todo pecado es también un gesto de egoísmo, por cuanto el hombre se cierra en sí mismo, excluyendo al otro y a Dios (el Otro). Por ello es una alienación en dos sentidos: al desubicar al hombre frente a sí mismo, produce un “vacío-de-ser”; es “menos” en el lenguaje de P. Freire; es “‘mentiroso”, en el de Juan (8,44.55). El egoísmo es deseo infinito de lo que está fuera del limite (y tiene su perfecta aplicación en los órdenes político, económico, jurídico, etc.). Además, el egoísmo cierra al hombre en sí mismo y no le deja darse; entonces pierde su vocación más íntima, que es la de amar al otro. Reemplaza luego su “ser menos” por un “tener más”, lo que conduce a la dominación del otro. En el polo opuesto están los gestos de Cristo que culminan en la muerte por amor.
El Hombre Nuevo es entonces en primer lugar un hombre libre. Libre de todo tipo de esclavitud y por ende es un hombre espontáneo.
La libertad positiva consiste en la actividad espontánea de la per
sonalidad total integrada... la actividad espontánea es libre actividad del yo e implica, desde el punto de vista psicológico... el ejercicio de la propia y libre voluntad1
Esta “actividad espontánea” es la “actividad del amor” porque básicamente el hombre libre es un hombre que actúa desde el amor. No hace falta decir que no hablamos del amor de telenovela, el que se usa en la propaganda televisiva para vendernos un producto. Ese amor no es libre expresión de la voluntad; ese amor niega, posee y oprime, usa al otro. El verdadero amor es integrador, potencia en lugar de disolver. Hablamos del amor verdadero como afirmación espontánea del otro
También es característica de este Hombre Nuevo (seguramente como consecuencia de aquella libertad – espontaneidad) la lucha contra todo tipo de discriminación:
Vístanse del Nuevo Hombre, donde no hay judío ni griego... (1 cor 3:12) Varón ni mujer (gálatas 3:28)
No hay diferencias nacionales; no hay diferencias por razones de genero, la nueva sociedad es igualitaria y no admite superioridad de raza, sexo o cualquier otro tipo de discriminación que este sistema desintegrador ha creado para satisfacer su necesidad de opresión.
También el Hombre Nuevo, representa a una sociedad que “incorpora” en lugar de excluir. Esto está muy bien ejemplificado en la parábola que Lucas pone en labios de Jesús:
“Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. Y a la horade la cena envió a su siervo a buscar a los convidados pero todos comenzaron a dar excusas... entonces, enojado, el padre de familia dijo a su siervo: ve por los caminos y traé a los pobres, los mancos, cojos y los ciegos (Lucas 14:15 – 24)
Podemos entender la palabra “pobre” (ptojos) como “despreciado, sin valor”. ¿Sin valor para quién? Para aquel “hombre viejo” del que nos debemos desvestir. No para el Hombre Nuevo. Este lo invita a participar de la fiesta, porque no hay celebración posible en la nueva sociedad sin la incorporación de los excluidos.
También Lucas incorpora a los discapacitados (los cojos, mancos y ciegos). Todo abandonado de la sociedad de consumo es un ladrillo fundamental en la construcción de la Nueva Sociedad; el Reino de Dios está edificado con los discapacitados, los extranjeros indocumentados, los que sufren opresión política y social, los negros norteamericanos, los latinos... y sigue la lista.
Decía el gran poeta Martí:
Todo hombre verdadero debe sentir en la mejilla el golpe dado
a cualquier mejilla de hombre
Profundo poder de síntesis el del poeta. Una poética y precisa definición del Hombre Nuevo.
1 Erich Fromm
Pablo dice que hay que despojarse del antiguo sistema de vida para “vestir las ropas del Nuevo Hombre” (Colosenses 3:10). Así que existe un compromiso muy grande para quien quiera participar en la construcción del Hombre Nuevo: despojarse, “desvestirse” del antiguo hombre que no es otra cosa que un sistema preñado de individualismo, egoísmo y aislamiento, para vestir el atuendo del Hombre Nuevo que son las ropas de la justicia, la igualdad, la confraternidad y el amor.
El hombre viejo es el que vive alienado de su vocación esencial, esclavo de “la Ley, el pecado y la muerte”. Es “hombre viejo”, en la perspectiva paulina, porque la novedad de Cristo hace caducar el orden antiguo. Es el hombre “alienado” porque ha perdido su lugar ontológico y existencial. El pecado de Adán es una “desmesura” por la que el hombre anhela apropiarse lo divino, “ser como Dios”. Todo pecado es también un gesto de egoísmo, por cuanto el hombre se cierra en sí mismo, excluyendo al otro y a Dios (el Otro). Por ello es una alienación en dos sentidos: al desubicar al hombre frente a sí mismo, produce un “vacío-de-ser”; es “menos” en el lenguaje de P. Freire; es “‘mentiroso”, en el de Juan (8,44.55). El egoísmo es deseo infinito de lo que está fuera del limite (y tiene su perfecta aplicación en los órdenes político, económico, jurídico, etc.). Además, el egoísmo cierra al hombre en sí mismo y no le deja darse; entonces pierde su vocación más íntima, que es la de amar al otro. Reemplaza luego su “ser menos” por un “tener más”, lo que conduce a la dominación del otro. En el polo opuesto están los gestos de Cristo que culminan en la muerte por amor.
El Hombre Nuevo es entonces en primer lugar un hombre libre. Libre de todo tipo de esclavitud y por ende es un hombre espontáneo.
La libertad positiva consiste en la actividad espontánea de la per
sonalidad total integrada... la actividad espontánea es libre actividad del yo e implica, desde el punto de vista psicológico... el ejercicio de la propia y libre voluntad1
Esta “actividad espontánea” es la “actividad del amor” porque básicamente el hombre libre es un hombre que actúa desde el amor. No hace falta decir que no hablamos del amor de telenovela, el que se usa en la propaganda televisiva para vendernos un producto. Ese amor no es libre expresión de la voluntad; ese amor niega, posee y oprime, usa al otro. El verdadero amor es integrador, potencia en lugar de disolver. Hablamos del amor verdadero como afirmación espontánea del otro
También es característica de este Hombre Nuevo (seguramente como consecuencia de aquella libertad – espontaneidad) la lucha contra todo tipo de discriminación:
Vístanse del Nuevo Hombre, donde no hay judío ni griego... (1 cor 3:12) Varón ni mujer (gálatas 3:28)
No hay diferencias nacionales; no hay diferencias por razones de genero, la nueva sociedad es igualitaria y no admite superioridad de raza, sexo o cualquier otro tipo de discriminación que este sistema desintegrador ha creado para satisfacer su necesidad de opresión.
También el Hombre Nuevo, representa a una sociedad que “incorpora” en lugar de excluir. Esto está muy bien ejemplificado en la parábola que Lucas pone en labios de Jesús:
“Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. Y a la horade la cena envió a su siervo a buscar a los convidados pero todos comenzaron a dar excusas... entonces, enojado, el padre de familia dijo a su siervo: ve por los caminos y traé a los pobres, los mancos, cojos y los ciegos (Lucas 14:15 – 24)
Podemos entender la palabra “pobre” (ptojos) como “despreciado, sin valor”. ¿Sin valor para quién? Para aquel “hombre viejo” del que nos debemos desvestir. No para el Hombre Nuevo. Este lo invita a participar de la fiesta, porque no hay celebración posible en la nueva sociedad sin la incorporación de los excluidos.
También Lucas incorpora a los discapacitados (los cojos, mancos y ciegos). Todo abandonado de la sociedad de consumo es un ladrillo fundamental en la construcción de la Nueva Sociedad; el Reino de Dios está edificado con los discapacitados, los extranjeros indocumentados, los que sufren opresión política y social, los negros norteamericanos, los latinos... y sigue la lista.
Decía el gran poeta Martí:
Todo hombre verdadero debe sentir en la mejilla el golpe dado
a cualquier mejilla de hombre
Profundo poder de síntesis el del poeta. Una poética y precisa definición del Hombre Nuevo.
1 Erich Fromm
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