Bases para un manifiesto Cristiano


Durante casi dos mil años, el cristianismo ha sido víctima de diversas distorsiones hasta llegar a ser considerado una religión. El sentido que se le ha dado a la cristiandad tiene que ver con lo supramundano, con el más allá y los quehaceres del alma.

En el acontecer histórico y político a los cristianos normalmente se los ha considerado un instrumento de opresión de la ultraderecha. Muestras son la conquista de América, la esclavitud de los negros africanos, las diferentes dictaduras latinoamericanas, el apoyo de muchos cristianos a la presidencia de Bush, entre otras.

Pero consideramos que ya es hora de oponer a la falsificación fundamentalista un manifiesto que exponga ante el mundo los conceptos de un cristianismo que no ha sido adulterado por el poder sino que mantiene intacta la “buena noticia” de la opción de Dios por el pobre y oprimido de un sistema perverso.

Historia y Salvación

La historia de la Salvación es la Salvación de la historia. Desde la entrada del pecado en el mundo, la historia no es otra cosa que la lucha de una clase por dominar a otra. Ya en la conquista de América decía Colón:

Descendí entonces a tierra y levanté una gran cruz, a la entrada del puerto, en una elevación situada al oeste y bien visible, para hacer saber que esta tierra pertenece a Vuestra Alteza, y en verdad, en señal de Jesucristo, nuestro Señor
[1]

Mostrando la extraña vinculación entre el poder político (Vuestra Alteza), y el orden religioso. De esta forma, la invasión de América tenía como propósito doblegar a los nativos a una corona y a una religión. En otras palabras, la cruz, fue un arma del yugo Español.

De este modo comienza la primer etapa del cristianismo en América. La etapa del cristianismo despótico. Así, la evangelización primitiva no tenía como objetivo la instrucción del catecúmeno; por el contrario, los conquistadores ordenaban bajo pena de muerte que los indios sean bautizados como aceptación no sólo de la fe católica sino también como doblegación a la corona.

El sistema de encomienda era una entrega de indígenas a un encomendero que asumía la responsabilidad de hacerlos “hombres cristianos y civilizados.” Los indígenas, como “contraprestación” a este servicio evangélico tenían que trabajar y pagar tributo a España. Hermosa forma de evangelización.

Este cristianismo proveniente de Europa, Venía influenciado por la filosofía del Viejo Mundo, en particular por la contrareforma; una filosofía anti reforma que mezclaba su fanatismo católico con una abierta oposición a todo pensamiento diferente.

Así comienza en nuestras tierras una historia de opresores y oprimidos que ha de llegar hasta nuestros días. Esclavos y libres, patrones y empleados, los dueños del dinero y los dueños de la mano de obra se enfrentaron siempre en luchas más o menos constantes con la firme opción hacia los más poderosos de un cristianismo coptado que nunca supo ver su identidad revolucionaria.

Sin embargo, hubo a través de la historia, otro cristianismo, un cristianismo poco mencionado y profundamente vituperado por la historia oficial de la teología del poder, un cristianismo que con un grado de conciencia creciente ha tomado la posición bíblica de estar a favor del pobre y oprimido. Botones de muestra tomados con grandes saltos en la historia son: Bartolomé de Las Casas; Artigas, Belgrano, que de una y otra orilla de los márgenes del Plata han trabajado en contra de las secuelas de la maldita inquisición. En la historia más reciente lo tenemos a Camilo Torres en Colombia, El cura Angeleli, Mugica en Argentina, hombres de Dios que dieron su sangre luchando contra la opresión y la miseria que el cristianismo ortodoxo bendecía dándole un barniz teológico desde sus púlpitos.

También reconocemos que muchos hombres por la nociva propaganda surgida de la mala praxis del cristianismo imperial, no han llegado a ser cristianos, sin embargo han brindado sus vidas a esta causa. Así lo expresaba el teólogo Bonhoffer cuando admitía en sus cartas enviadas desde la prisión nazi que a veces veía como El Señor se manifestaba con más facilidad fuera que dentro de la iglesia. “a veces -decía- me siento mas cómodo en la prisión que en el templo”. Pero no es nada nuevo de lo que debamos sorprendernos, ya la Biblia lo decía: el viento sopla donde y como quiere...

La teología del imperio ha hecho del ser humano una mercancía, eso la hace súbdita del sistema. La teología de la liberación ha luchado con sus aciertos y errores contra todo tipo de opresión entendiendo en esta lucha el mandato de Nuestro Señor Jesucristo.

Proletarios y Teólogos de la liberación

Dice una conocida frase que “los teólogos eligieron a los pobres y los pobres eligieron a los pentecostales”... Esta frase contiene una verdad a medias, y como toda verdad a medias es una gran mentira.

Debemos decir en primer lugar que es mentira que “los teólogos eligieron a los pobres”, tenemos argumentos de sobra para saber que quién escogió a los pobres fue Dios mismo. Los teólogos de la liberación sólo interpretaron este mandato divino. Fue Dios quien dijo (y no un Teólogo de la Liberación): “busquen el juicio, restituyan al agraviado, hagan justicia con el huérfano, amparen a la viuda, y después de esto, si sus pecados fueren carmesí vendrán a ser como blanca lana” (Ver Isaías 1: 10 – 20) O “el ayuno que yo escogí es que compartas tu pan con el hambriento...” (Isaías 58:7) Nos dice Santiago: “Vamos ustedes los ricos lloren aullando por las miserias que les vendrán... el jornal de los asalariados que por engaño no les ha sido pagado clama...” (Santiago 5: 1-6) Esto sólo como breves ejemplos sin citar las leyes económicas que amparan al pobre como el jubileo que no permite la excesiva acumulación de las riquezas, sin contar las palabras y praxis de Jesús.... en fin, no fueron los teólogos los que eligieron a los pobres...

En segundo término, la Teología de la Liberación sí ha hecho pie en las bases, y mucho. Ya mencionamos a Camilo Torres, a Mugica; recordamos también a Romero, etc. en la actualidad, reconocemos el profundo aporte cristiano en movimientos como los Sin Tierras en Brasil. Aquí en Argentina, tenemos un sinnúmero de agrupaciones que trabajan realmente por los que más sufren desde el cristianismo o influenciadas por este: muchas Asambleas Barriales, MTD, en la villa 31 tenemos a nuestros hermanos de La “Dignidad Rebelde”, La Murga “Los Guardianes de Mugica”. Gente que trabaja en serio, desde los oprimidos de un sistema injusto, como lo hizo Jesús. Y misteriosamente, los teólogos ortodoxos, en estos lugares, o brillan por su ausencia, o producen trastornos.

Por último, hay disimulada en esta frase una actitud peyorativa hacia el pentecostalismo: los pentecostales no son teólogos; tampoco eligieron a los pobres... y es mentira. En primer lugar hay un número creciente de pentecostales que son teólogos, y que eligieron a los pobres. Hay teólogos latinoamericanos y teólogos de la liberación que surgen de las filas del pentecostalismo.

Además, a lo que apunta esta frase no es al pentecostalismo real sino a todas estas iglesias sincréticas periféricas que se han creado en América Latina. Iglesias “opio”, algunas de las cuales se llaman evangélicas pero han perdido en su totalidad el contenido fundamental del evangelio.

Es cierto, muchos pobres han elegido estas iglesias y lo han hecho por varias razones que no viene al caso profundizar aquí: han cubierto un espacio que les dejó el catolicismo; han trabajado con la culpa y la ignorancia; han reproducido un sistema de premios y castigos, etc.

Pero hay una razón que me gustaría destacar: y es que mucha gente, después de años de opresión, doblegación, etc. ha incorporado el opresor, lo ha metido adentro y eso es profundamente nocivo. La gente que internalizó el opresor aprueba las mismas leyes que fueron creadas para subyugarlo, las cumplen y las hacen cumplir. Y estas religiones populares destilan estas leyes de opresión, son iglesias que reproducen el sistema, y sabemos, como dijo el poeta que “no hay peor tirano que un esclavo con látigo...”

Esto nos lleva a reflexionar sobre:


Cristianismo Reaccionario

En esta lucha de clases, vemos que siempre hay un cristianismo que cumple con su mandato, pero también hay un cristianismo que bendice al opresor.

La realidad es que en países con conciencia cristiana, no puede llevarse a cabo las atrocidades que se cometen sin encontrar excusa para ello. No se puede torturar y matar libremente como lo hace EEUU en la actualidad sin caer en la condenación de la moral cristiana. El sistema necesita entonces crear una nueva moral, nuevas normas éticas, un nuevo lenguaje que, basado en normas cristianas contradiga completamente los principios del cristianismo que enarbolan. Nace así el cristianismo reaccionario, que de reaccionario tiene todo y de cristianismo sólo el nombre. Un cristianismo creado a imagen y semejanza del imperio con el único objetivo de legitimar el poder opresor y destructivo de un sistema de muerte, el agua bendita con que se bautiza con el nombre de cristiano al mismísimo anticristo.

Así se conquistó América, con la excusa de evangelizar a los pobres e incrédulos salvajes (salvajes que tenían mayormente un sistema político superior al invasor), se les robó el oro, la plata y demás riquezas. Se violó a las nativas, se mató a quién se oponía... a Tupac Amaru se le cortó la lengua y se lo ató a cuatro caballos para desmembrar no sólo su cuerpo sino la unidad de quienes se oponían a la destrucción. En fin, se consolidó el capitalismo con la muerte de nuestros pueblos originarios y a ello se lo llamó evangelización.

También la teología del imperio llamó evangelio a la esclavitud. Así lo expresa en 1903 el Papa Pío X: La sociedad humana tal como Dios la ha establecido está compuesta por elementos desiguales... en consecuencia es conforme al orden establecido por Dios que haya en la sociedad principes y subditos, patrones y proletarios, sabios e ignorantes...
[2]

No caeremos en el odioso trabajo de citar ejemplos contemporáneos en que tanto católicos como evangélicos han demostrado promover una teología acorde a las necesidades del capitalismo. Pero está a la vista de todos como existe un cristianismo totalmente reaccionario que con el correr del tiempo se adapta a la necesidades de las clases dominantes.

Es así como la propiedad privada, el matrimonio patriarcal (donde la mujer y los hijos son parte de la propiedad del hombre), la sociedad de clases, etc. todos estos principios a los que el verdadero y primitivo cristianismo se opuso radicalmente, hoy son doctrinas principales en la teología del imperio.

Cristianismo pequeño burgués

La lucha de clases en Nuestra América produjo una clase ubicada entre pobres y ricos a la que se llamó “clase Media”. Si bien es cierto que la clase media existe en todo el mundo, en América Latina tiene la particularidad de oscilar constantemente entre ambos extremos sociales teniendo a veces, afinidad con la clase alta, a veces necesidades compartidas con la clase baja.

Esto produce un cristianismo pequeñoburgués con un lenguaje de izquierda y práctica de derecha. Al decir del Apocalipsis “no eres ni frío ni caliente y por eso te vomitaré de mi boca”. Si están del lado del poder o del oprimido, lo determina su necesidad de clase oscilante.

Pretenden una teología latinoamericana, sin embargo los asusta una mística propia, prefieren, mas bien, traducir y adaptar los pensadores europeos a nuestra idiosincrasia. Olvidan que al adquirir ideas foráneas no estamos importando también el contexto histórico absolutamente diferente de los pueblos europeos. Las soluciones a los problemas nuestros no siempre son las mismas que en otro terruño aunque el inconveniente sea similar. No es lo mismo traducir que crear.

No hace falta decir cuanto ha decepcionado esta teología pseudo progresista de clase media. Tampoco hace falta identificarlos con nombre y apellido, todos sabemos quienes son “los teólogos de izquierda devotos de Adam Smith”

Definición teológica de proletariado

Dice Leonardo y Clodovis Boff que “Toda teología verdadera brota de una espiritualidad, esto es del verdadero encuentro de Dios con la historia.”
[3] En una conferencia recuerdo haber escuchado a Luís Segundo decir algo así como que “espiritualidad es el espíritu con que se ve la realidad”. En otras palabras, no se puede predicar espiritualidad sin condenar el pecado que lleva a la pobreza y marginalidad.

No hace falta enumerar este pecado, sólo unos mínimos datos de nuestra vida en el tercer mundo que son totalmente ignorados por los cristianos del imperio:

· Quinientos millones de personas tienen hambre;
· Mil seiscientos millones de personas cuya vida probable es de menos de sesenta años (cuando en los países desarrollados una persona llega a los cuarenta y cinco años se dice que llega a la edad madura; pero en África y en América Latina una persona tiene poca esperanza de llegar a esa edad);
· Mil millones de personas viven en la pobreza absoluta; mil quinientos millones no tienen el más mínimo acceso a cuidado médico;
· quinientos millones están sin trabajo o sólo con trabajo ocasional, y un ingreso
anual de menos de US $150.- (cuarenta centavos de dólar diario)
· Ochocientos millones son analfabetas;
· Dos mil millones no tienen suministro de agua potable.
[4]

Estos datos no sólo son reales sino que son ignorados, como ya dijimos por un cristianismo descarnado que reduce su definición de pecado a cuestiones individuales, que no toman en cuenta el carácter social del Evangelio y que así se hacen cómplices de quienes cometen estos delitos; o como dice Pablo: “no sólo lo practican sino que se complacen amparando a quienes lo hacen” (Romanos 1:32)

Pero debemos decir también que la definición bíblica de pobre, no es simplemente “aquellos que carecen de dinero”. Hablamos en primer lugar, de lo que Boff llama “el pobre colectivo”
[5], el pobre no sólo como fenómeno económico sino también social.

Pues entonces cuando hablamos de pobres, del proletariado, estamos hablando de un fenómeno social que abarca a todos los marginados de este sistema. Los económicamente pobres, los educacionalmente pobres, los marginados por ser diferentes, los marginados por raza, color de piel, nacionalidad, sexualidad, género, discapacidad, etc. Cuando Jesús dijo bienaventurados los pobres se refería a todos los marginados; cuando hablamos del dolor de los que sufren injusticias, estamos hablando del dolor del crucificado.

Construir desde el cristianismo

Construir desde el cristianismo es construir desde las bases.

Así lo relata toda la Biblia, pero hacemos referencia específica a un sueño que interpreta Daniel (el Apocalipsis del Antiguo Testamento.

En dicho sueño, Nabucodonosor, el rey opresor, sueña con una estatua construida de diferentes metales comenzando por la cabeza de oro y terminando en los pies de una extraña mezcla de hierro y barro. Daniel interpreta ese sueño diciéndole a Nabucodonosor que cada metal de la estatua representa un imperio, y que esos imperios iban a ser destruidos cuando (según el sueño) una piedra golpee los débiles pies, destruyan la base del imperialismo mundial y crezca desde allí una nueva sociedad.

Una nueva sociedad construida con valores opuestos virtualmente a los valores del imperio.

Una nueva sociedad construida sobre la destrucción del proyecto imperialista.

Una nueva sociedad con salud para todos, educación gratuita para todos, trabajo, justicia e igualdad de derecho.

Una nueva sociedad construida por Dios mismo desde abajo, desde los marginados del sistema destruido. Desde los pobres, marginados, discapacitados y crucificados de un imperio de muerte destruido, o tal vez autodestruido por sus propias contradicciones.

Una nueva sociedad a la que la Biblia llama Reino de Dios y que su profeta contemporáneo más prominente la dio en llamar “el Hombre Nuevo”, un hombre capaz de sentir en lo más profundo de su corazón el dolor y la injusticia cometidos a cualquier persona en cualquier lugar del mundo.
[6]

[1] Resistencia y Esperanza, Editorial Dei, Costa Rica, 1995, página 95
[2] Obras de Lisandro de la Torre pg. 104
[3] ¿Cómo ser cristiano en un mundo de miseria? WWW. Teología de la Liberación y Reforma Agraria.htm
[4] Id.
[5] Id.
[6] Comandante Guevara, carta a sus hijos

Comentarios

exelente documento, un buen panorama de la razon de nustra condicion como iglesia latina.

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